Willy
"Y sus Chapitas"
"Y sus Chapitas"
Cuando me incorpore al proceso de “Recoge Latas” como hecho de Responsabilidad Social, me sentí no solo comprometido, sino además, sensible frente a la posibilidad de poder contribuir con una buena causa.
Cuando veía una lata en la calle, en un cesto de basura, en
un container, o en cualquier otro sitio…
la adrenalina se me aceleraba y como niño travieso y sin ningún tipo de prejuicio,
le levantaba las latas y ahí empezaba mi recolección. En ese momento, no existían
mi título de Profesor, mi carácter de estudiante de la UCV, solo era un
ciudadano mas… Mi meta era recoger los anillos de las latas en el menor tiempo
posible.
Sin embargo, al principio fue más difícil de lo que imaginé. Pues
tenía que confundirme con los verdaderos
recoge latas y ser uno más de ellos. Los primeros días ese “ojala no me
vean”, era un sentimiento real y verdadero.
Le pedí ayuda a mi entorno más cercano, pero fue poca la respuesta,
por lo que tuve que asumir solo mi reto.
A los días, me volví compulsivo y cuando veía una lata, me
agachaba y la recogía. Una de las concentraciones más grandes de latas, se
consigue los sábados en la mañana, frente a los negocios que expenden licor,
porque a pesar de que está prohibido tomar frente al establecimiento expendedor,
las personas lo hacen, y van arrojando las latas en cualquier lugar, muchas veces en las aceras y
muy pocas en los depósitos de basura o porque no existe o el que existe, ya está
lleno. La conciencia ciudadana de protección al medio ambiente no se hace
presente en la gran mayoría de estos ciudadanos.
Igualmente, los domingos caminaba desde mi casa hasta el Parque del Este y en el trayecto, iba
recogiendo latas, pero, para mi sorpresa, era mayor la cantidad de latas de
refrescos arrojadas a lo interno del Parque, pues los mismos, son de altísimo consumo
los fines de semana.
Aprendí, que desde el compromiso, la honestidad y la
humildad, podemos adelantar acciones a favor de una buena causa, sin excusas ni
lamento y todo, dentro de nuestro alcance y posibilidades. Todos y cada uno
de los ciudadanos tenemos un “Débito Social Permanente”, que debemos hacer
efectivo en algún momento de nuestras vidas, bajo cualquier modalidad y
cuando se amerite. Al final, y como parte de nuestro “Proyecto de
Vida”, queda una gran satisfacción, un aprendizaje, un crecimiento
personal y la certeza de que Dios está
en cada uno de nosotros. Y esto será una parte de la historia que contaré a mis nietos.